Me acerqué
con mucho cuidado, en silencio. Todos estaban dormidos y yo pegada al suelo:
despacio, muy despacio hasta llegar a él para que no fueran a escucharme.
El monstruo
seguía en la sala, sin moverse, se veía diferente con las luces apagadas. Ya no
parecía querer atacarnos, pero yo estaba lista para defender mi casa y mi
familia.
¡Grrrrr! ¡Guarf…..
grrrrrr…. Guarf!
Gruñí y
ladré lo más quedito que pude, pero Angie me escuchó, de inmediato, se prendió
la luz y vino hasta mí. Repitió otra vez que no me acercara al “árbol”
Obedecí y
me alejé de ahí, pero hice un plan. Esta noche volveré a intentar acercarme
para dejar bien claro que aunque soy pequeña ¡soy muy valiente! y yo defiendo a
mi familia.
¡Guarf…
guarf!
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