La familia
despertó muy temprano, todos estaban muy contentos, dijeron que era “Noche Buena”
y la Navidad, la mejor época del año. Yo estaba un poquito cansada, no
dormí mucho, me la pasé vigilando al monstruo blanco, pero cuando apaga sus
luces no me da miedo.
Angie dijo
que iba a preparar la cena, que debía portarme bien porque vendrían invitados
esa noche. Entonces se encendió el monstruo, lleno de luces que cambiaban de
color, como si fuera un robot, me dio muuucho miedo otra vez.
Todos
estaban de muy buen ánimo. Cantaban mientras se preparaba la cena y de vez en
cuando se detenían conmigo para hacerme algún cariño.
Luego
trajeron unas cajas de colores que pusieron debajo del monstruo, Lalo dijo que
eran regalos y que había uno para mí, ¡wow! Me emocioné mucho porque ya quería
ver mi regalo. No me gustó que lo dejara tan cerca del monstruo así que fui a
rescatarlo, y poco a poco con mis patitas, empecé a empujar las cajas de los
regalos lejos del “árbol de navidad”
¡Callieeeeeeeee!
¡Gritó Angie al verme! ¡Oh…oh! Creo que no le gustó que moviera esos regalos,
le quise explicar que era para ponerlos a salvo, se lo dije varias veces con un
¡Guarf...guarf…guarf! pero estaba muy ocupada para entenderme, solo regresó las cajas al pie del monstruo y
volvió a pedirme que no me acercara...
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