Cada que los niños se van a la escuela me quedo sola; ayer lloré un poquito, entonces Angie dijo que tal vez ¡yo debía ir a una escuela para perros!
Pensé que era una broma, pero luego dijo que ahí le enseñan a los perritos como yo a sentarse, a dar la patita, y a jugar y ser amables con otros perritos.
Yo empecé a brincar de la emoción y ella a reírse. Dijo que buscaría el día y la hora para llevarme y yo ¡ya quiero ir!
Mientras, me dejaría jugar por más horas en el jardín y tal vez ¡me lleve al parque más seguido!
¡Ya quiero ir a la escuelita para perros!
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