Justo a la hora que suelo acercarme a comer mis croquetas noté que mi platito estaba vacío; tal vez olvidaron darme mi comidita, pensé por un segundo, pero cuando Angie me vio, supo que yo tenía hambre.
Dijo que había buscado en un par de tiendas, pero que no encontró mis croquetas de pollo.
¡Oh...oh! ¿Entonces qué voy a comer? me estaba preguntando en mi cabecita, cuando ella ya me estaba poniendo en mi platito otras croquetas que logró comprar, pero en vez de pollo, eran de vegetales.
¡Grrrrr! Gruñí al olerlas, aun así las probé y no me gustaron. Al poco rato, mi pancita hacía ruidos, así que tuve que volver a mi platito y comer un poco.
¡Los vegetales no saben tan buenos como el pollo!
¡Guarf... guarf...guarf...guarf! ladré varias veces, y Angie dijo que debía comer un poco más. Yo estaba un poco triste, sin ganas de jugar y con la pancita con ruidos.
Entonces Angie tomó su teléfono y escuché que le pidió al Sr. P que buscara mis croquetas. Ya era noche cuando llegó, pero pude reconocer la bolsa que traía en las manos, ¡eran mis croquetas de pollo!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario