Jugando en el jardín me encontré una araña. Yo quise jugar con ella, pero ella corría; bueno, no como yo, pero como tiene tantas patitas camina muy rápido y parece que corre. ¡Wow! yo solo tengo cuatro patas.
La seguí, quise acercar una de mis patitas para que no me tuviera miedo, pero ella seguía evitando jugar conmigo; se subió a la cerca que da a la calle.
Yo quise asomarme, pero soy muy chiquita, me recargué con mis patitas delanteras en el cerco y ya no la vi. Lalo se acercó y me preguntó qué era lo que yo veía y se asomó. Él sí la vio y me dijo que no debía jugar con las arañitas, porque algunas pueden picarme muy feo. ¡Oh oh! ¡Yo no sabía eso!
Creo que no debo de jugar con las arañas y alejarme si veo una por ahí.
¡Guarf... guarf! ¡Cuídado con las arañas!