Está en la sala, justo debajo de la mesa de centro. A mí me gusta mucho ese tapete, está afelpado y cómodo. Cada que puedo voy y me quedo echada encima de él.
Hace días, estaba jugando con la pelota y en el correr y atrapar, sin querer, desprendí una motita, entonces esa bolita afelpada se convirtió en mi pelota. Yo estaba muy divertida porque jugaba con las dos.
Al poco rato, otra vez por accidente, desprendí una segunda motita y me entusiasmé mucho más con las tres pelotas.
Cuando Angie llegó puso esa cara cuando no entiende mis juegos. Me mandó por un rato al jardín con la pelota de plástico y ella se quedó con las motitas.
Cuando regresé a la sala, las motitas ya estaban otra vez pegadas al tapete, ¡no sé cómo lo hizo! ¡Wow! ¡Tal vez es como magia!
Me tuve que conformar con seguir jugando con una sola pelota, pero por eso me quedo echada en este tapete... por si alguna motita ¡se desprende de nuevo!
¡Guarf....guarf!
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