Alguien lloraba pero no eran los niños; yo me asusté mucho, pensé que
era el hombre lobo aullando y corrí a despertar a Angie.
Un poco dormida se levantó y se quedó un ratito
conmigo y entonces… otra vez se escuchó ese llanto y mis patitas empezaron a
temblar.
En eso me abrazó diciendo que era un gato
maullando pero que no pasaba nada, que los perritos siempre le ganamos a los
gatos.
Me quedé tranquila y entonces volví a dormirme,
¡seguí soñando con mis croquetas!
¡Guarf…. Guarf!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario