¡Callieeeee! Escuché un grito, pero no reconocí quién me llamaba, así que corrí a esconderme debajo de la cama de Lalo.
Siempre que me asusto corro hasta allá y nadie puede sacarme a menos que se me pase el susto o me ofrezcan una galleta.
¡Callieeeee! Volví a escuchar, pero yo ya estaba debajo de la cama. Pensé que iban a regañarme, recordé que jalé las tiras de unos tapetes y ¡todavía no los han visto!
¡Callieeeee! ¡Grrrrr! me puse a la defensiva y justo cuando iba a ladrar reconocí la voz de Lalo, llegó muy entusiasmado con una pelota nueva para mí, una más grande porque dijo que estoy creciendo.
¡Guarf, guarf! salí de debajo de la cama muy contenta y nos fuimos a jugar al jardín. La pelota tiene algo dentro que justo cuando la pongo en mi hocico hace un ruido muy simpático.
¡Yo me divertí mucho jugando con la nueva pelota que hace como un "tu tuuuuu" cada que la agarran mis dientitos!
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